lunes, 23 de junio de 2008

los deberes de la izquierda

El mundo parece haber entrado en un periodo de convulsión.

La expansión global del capitalismo y del modo de vida occidental han coincidido con una situación similar a la de los albores del capitalismo: explosión demográfica, migración masiva a las ciudades (incluso entre los continentes), falta de alimentos por cosechas pésimas y especulación con los alimentos, encarecimiento de las fuentes de energía.

Los cambios de mentalidad e ideologías, por otra parte, nos descolocan y nos dejan sin asideros. La religión ha perdido su poder aglutinante en Occidente, pero en cambio en el Islam se ha transformado en una fuerza altamente destructiva. China, más pragmática, surge como una nueva potencia que pisa firme y sin complejos en el orden mundial.

Nunca hemos estado tan cerca de conseguir el bienestar para todos, y sin embargo, parece que la paz y la prosperidad se alejan de nosotros a pasos agigantados. Sísifo vuelve a perder su piedra, que rueda colina abajo. Otra vez el Narciso occidental se ahoga en el espejo de su complacencia.

Al parecer, Schlumpeter decía que el futuro del capitalismo era el socialismo. Al parecer, el capitalismo salió de las guerras mundiales convertido en otra cosa. Quisiera creer que esto es verdad, al fin y al cabo los años de la postguerra nos hicieron creer que era posible un pacto social en el que las masas populares pudieran acceder a algunos de los beneficios del progreso económico (sanidad, vacaciones, educación, pensiones, bienes de consumo…) sin ruptura de la sociedad. Pero no nos engañemos: los años de bienestar se basaban en una energía barata (petróleo, carbón, nuclear) y en unas materias primas que sólo Occidente podía y quería aprovechar. Los países pobres se conformaban con suministrarlas a los ricos. Incluso a arruinarse por su causa, con una deuda externa que sabe dios cuándo se acabará. Ya nada esto es así: miles de personas están entrando en el mundo del bienestar, y reclaman su parte del pastel. Todo sube, todo se compra, nada se queda quieto.

Bueno, sí: grandes masas de población sufren todavía hambre, deprivación, miseria, desigualdad. No es lógico que en Nigeria, campeón petrolero, se pase hambre. Ni que en Argentina haya miseria, siendo el granero de América. Nada de esto es justo, pero lo peor es que este sistema es capaz de seguir creando miseria en forma de exclusión económica y social en el primer mundo, donde nos creíamos a salvo.

En estas circunstancias, creo que toda la gente que busca una sociedad más justa y más fraterna (la izquierda por usar un término amplio), debe unirse, buscando formas y caminos para conseguir que el sufrimiento global ceda, y un día desaparezca en su forma actual. Supongo que debemos dejar de lado el fantasma revolucionario que heredamos de la Revolución Francesa (“llegará el día en que de pronto todo cambiará y lo hará para siempre”). Creo que será mejor trabajar en microutopías y miniproyectos, para poder evalular mejor, para no cometer los errores del pasado.
No hace falta decirlo, pero es preciso abandonar la cerrazón del pensamiento marxista y decir que aquí cabemos todos, hay sitio para todas las ideas que caminan en la misma dirección: un mundo en el que nadie muera antes de tiempo, en el que cada uno pueda llegar a su destino sin que otros le pongan la zancadilla. Un mundo cuyos frutos podamos distribuir y disfrutar entre todos, sin que la avaricia de unos o la ignorancia de otros lo alteren o destruyan sin remedio.

Podemos y debemos compartir un espacio con todos los que creen que el mercado y el dinero no lo son todo, y no resuelven todo porque su interés es el beneficio personal, no el colectivo. Porque en la vida hay más cosas que el consumir sin más horizonte.

Creo por eso que la izquierda así definida como mínimo común debiera emprender una confluencia en torno a algunos puntos que requieren respuestas:

- El acceso universal a una dieta suficiente.

- El acceso universal a una atención médica suficiente.

- Vivir en paz.

- Educación suficiente y extendida hasta aprovechar la capacidad de cada uno.

- Vivienda digna.

- Protección del medio ambiente

En entregas posteriores haré algunas consideraciones sobre aspectos concretos que se debieran abordar.

Ojo a la coherencia: digo que apuesto por las microutopías y empiezo por la paz universal. Vamos bien.

martes, 17 de junio de 2008

Seguimos con lo mismo: el hambre es estructural, no coyuntural.
Como se dice en este artículo, el hambre se debe a una mezcla letal de sobreexplotación, mala gestión, cambio climático (al menos a corto plazo). Por primera vez en los últimos 50 años la tecnología no está ahí para salvarnos. Porque en realidad lo que hace la tecnología es explotar más de lo que hay, no crea nada: no puede crear agua donde no la hay (a un precio razonable, se entiende), no puede crear suelos fértiles en el desierto, etc.
Si el problema no se ataja desde todos los ángulos: reparto justo, cultivos útiles, distribución de la tecnología, uso de técnicas menos intensivas en agua, combustibles y fertilizantes, y finalmente, control de la población y los hábitos de consumo absurdos, la cosa puede acabar muy mal.
No se trata de cosa baladí: alimentar a 4000 millones de tipos que viven el Asia es un trabajo de equilibrista. Cualquier fallo les cuesta la vida.
Ahora bien: ¿veremos que los campesinos dejan de ser pobres de solemnidad, ahora que el grano es escaso? ¿hacemos apuestas?

lunes, 16 de junio de 2008

Más precios, más muerte

Publica La Vanguardia que en Etiopía sufren la primera gran hambruna del siglo. Esta vez no son las malas cosechas. No. Los niños no morirán por falta de lluvia esta vez, sino por falta de dinero.
Esta vez son los altos precios de los cereales. Resulta que:
  1. En los países del África Subsahariana el 75% de la población es campesina.
  2. Produce menos de la mitad del cereal que necesita.
  3. No produce cereal porque no tienen medios técnicos (o sea, tractores, arados y cosechadoras, pesticidas, plaguicidas, abonos).
  4. Porque en vez de cultivar productos de consumo producen para la exportacion a países ricos, a saber en el caso de Etiopía: café y rosas, por las que no les pagan cuatro gordas, aun cuando el precio del café se acerca al del petróleo (esa es otra).

Si después de leer esto uno no se vuelve loco de rabia, o de impotencia como don Quijote, es que la locura está ahí para protegernos. Si esto no demuestra que el orden mundial es injusto, arcaico, anacrónico y finalmente criminal, no sé qué más hay para decir.

Añado que el ciclo maligno de corrupción, guerras y estallido demográfico hacen que el presente de estos países sea negro, pero el futuro probablemente peor. En el Africa subsahariana el VIH tiene características de plaga bíblica, y no parece que nadie le ponga freno, igual que a la natalidad desbocada, igual que a las guerras absurdas.

Recientemente leí, también en la Vanguardia, un analista inglés que proponía enviar soldadosa África, no ayuda humanitaria. Más policía contra los delincuentes, menos caridad con las víctimas. Empiezo a pensar que tenía razón. Ahora bien ¿quién es el primero en alistarse?

Cuando de nada sirve rezar, caminante no hay camino....

viernes, 6 de junio de 2008

Sigue el desconcierto, sigue el hambre

Se han juntado los países de la FAO y (para variar) han llegado a un acuerdo in extremis para intentar paliar el hambre en el mundo. No satisface a nadie, porque intenta salvar a unos pocos. La agricultura del primer mundo está subsidiada, y hace competencia desleal a la de los países en desarrollo. Éstos se quejan de que más que ayuda necesitan que no les pongan la zancadilla.

Y los del primer mundo necesitan un sector agrícola que no les haga depender en exclusiva del extranjero para su alimentación, para que el campo no se despueble, para que alguien cuide la naturaleza. En especial la Unión Europea, que va con cara de no haber roto un plato. De los norteamericanos nada se puede esperar.

¿Cómo solucionarlo? El primer mundo debe transferir tecnología, pero sobre todo abrir los mercados, algo que obliga a hacer a los pobres cuando se trata de bienes manufacturados y servicios. Debe obligar a que los beneficios se reinviertan allí en vez de atesorarlos en cuentas opacas en paraísos fiscales, debe poner fin a tanta hipocresía de mercado libre que no es tal y nadie quiere. Debe pensar qué hacer con su sector agrícola, con su ganadería intensiva. Invertir el dinero de los subsidios de modo que no rompa la espalda de los pobres.

Debe poner en marcha un orden mundial más justo en el que nadie juegue con la vida de la gente, en el que la comida deje de ser la inversión especulativa de unos pocos para ser lo que es. Buscar un modo de vida que no prive de recursos a la gran mayoría de la humanidad.

No soy economista, no sé gran cosa de esto. Pero todos sabemos que esto no puede seguir así. Basta ya.

jueves, 5 de junio de 2008

Deserted villages







Dead villages

Last weekend we went hiking with some other families in one of Spain’s remotest areas: Liébana. The Liébana Shire is made up of a series of narrow valleys, formed by steep mountains and crossed by small rivers that now flourish only in the rain periods.

Its secluded nature made Liebana an ideal refuge in the Middle Ages for the Lignum Crucis, a piece of the Christ’s True Cross. Thus, since the 8th Century AD, St Toribius Abbey guarded a large piece of wood from the Arab invasion. Some of the earliest scholarly manuscripts from the Middle Ages come from this Abbey and its scriptorium. The Abbey commanded great extensions of land that sprawled even into neighbouring Spanish provinces. With the course of time, the region became forgotten, and fell into oblivion.


Its economy lapsed into self sufficiency farming. People had to share the scarce arable land, burn the woods for pasture and men frequently had to join the army, the police, become a priest or try luck somewhere else in Spain, often in America. Hardly anybody came here to stay, mainly enriched immingrants that had been fortunate in the Indies or political exiles. That was the case, Concepción Arenal, the first Spanish woman lawyer. Her liberal beliefs made her an exile and had to reside in Liebana’s main town, Potes.


In the 20th century, particularly after Spanish civil war, mass migration emtpied these villages. It is sad - but wholy understandable - to see that in the era of economic boost (the 60’s and 70’s) people realized that life there was too hard, and abandoned their homes for an easier way of life in town, where winters are milder, life less monotonous, and earning a life much easier.

Only when Spain joined the European Union did these famers gain an opportunity to stay at home: subsidies allowed them to go on farming, mainly cows, but also some goats and sheep. Frison cows (your usual black and white, milk cows) cannot live here, the pastures are too steep and they get sick at the legs. Swiss cows are much happier, and have thus supplanted the native cattle races.

We visited one of such villages where nature is claiming its share, and only cows graze. A shepherd told us that last inhabitant was a lonely, drunken man, and finally killed himself.

Just now the prices of agricultural products are rocketing sky high. Just now the EU is talking of finishing farming subsidies. When Europe needs larger milk production. You can bet that nobody will profit from that measures: the budgetary savings will not translate into other gains, and the so called free market will not give these people the opportunity they deserve. Let us hope that politicians recover good sense and put people’s needs before market needs, ear marked by shameless financial speculators.

Liebana, a land to go back. Unexplored Spain.

miércoles, 4 de junio de 2008

De nuevo, el hambre: a ver qué hacemos

De nuevo aparece el fantasma del hambre en el mundo. Ahora en forma de hambruna universal. No es que no hubiera hambre, es que hasta ahora (los años tras la posguerra mundial) amenazaba a unos pocos o unos muchos, pero se libraba el mundo occidental.
Ahora ya no. En la era de la globalización, con los nuevos gigantes demográficos llenando por fin sus despensas, el ¿hambre? vuelve a aparecer en forma de subidas de precios espectaculares, y como siempre, las pagan los que menos pueden pagar.
Ya he escrito algún comentario hace semanas: no acabo de entender por qué el precio de un producto de primera necesidad puede subir un 120% de un año para otro, cuando previamente los productores no recibían medio euro por tonelada. Francamente, no lo entiendo. Cómo puede ser que países exportadores de alimentos los pasen mal, y que lo que antes era un "excedente de producción" pase a ser tan caro como la gasolina. Yo creo que hay especulación, y mucha.
Como no nos pueden robar de otra forma, nos roban así.
A todo esto, el director del Banco Mundial hace un llamado de socorro para que se proporcionen ayudas a los países pobres, donde la mayoría de la población vive de la agricultura y por debajo del umbral de la pobreza. Países como la India, Uganda o Kenia, donde la agricultura en muchos casos sigue en el neolítico.
Pero pensemos ¿seguirá la presión de los biocombustibes? ¿seguirá la presión demográfica incontrolada, con países como Iran, Pakistan o Malasia con el 35% o mas de su inmensa población por debajo de los 25 años?
Si no hay una autoridad que ponga orden, que regule los movimientos especulativos, que dirija las ayudas, echaremos un parche, pero vendrá lo mismo en 10 años. Dicen que los precios crecerán hasta 2013. Veremos, pero yo lo veo negro si no hay gobernantes con coraje para parar esta infamia. ¿lo tendrá Obama?