jueves, 23 de agosto de 2007

Muerte en Perú

El terremoto de Perú nos vuelve una vez más a mostrar la muerte, la desolación y el terror ante una naturaleza que lo puede destruir todo, cuando quiera.
Los muertos son una prueba de que somos frágiles, que sin la manta de seguridad tecnológica que nos envuelve no tenemos nada. Que en el fondo, somos todos iguales y sólo hay una cosa que nos puede salvar: el amor, la solidaridad, el sabernos seres humanos.
Sin embargo, hemos de volver siempre a lo mismo: curiosamente, son los pobres los que más padecen estas situaciones. Un terremoto de estas características en Japón produciría unos pocos muertos, y las próximas generaciones verían resducido ese número, puesto que se pondrían mecanismos de seguridad.
Perú es una zona sísmica, lo sabían los incas y lo sabemos nosotros. Pero se siguen construyendo casas de adobe. Los pobres siguen viviendo donde y como pueden. Y cuando llega el peligro, éste se convierte en catástrofe.
¿qué hacer para que esto no vuelva a suceder? ¿para que no sea necesaria más ayuda de emergencia?
¿´Cuándo nos convenceremos de que la miseria del Sur no es más que un reflejo de la opulencia del Norte? ¿y cuándo haremos algo efectivo politíca, social y económicamente para que esta buena gente pueda salir del hoyo? Ese hoyo de tierra que se los ha tragado...

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